Caos, complicaciones, crisis… ¿y yo de qué me disfrazo?

Por Carla Colombo

Business Success. Competition  concept

Crisis económica, crisis nerviosa, crisis cultural… ¿Ya leíste el diario de hoy? ¿Cuántas veces escuchaste nombrar esta palabra en el día? ¿Será porque la sociedad, y todo aquello que nos rodea, está en crisis? ¿O porque simplemente nos gusta dramatizar las situaciones? Si hay caos, que no se note; entonces, hagamos simple lo complicado, desmitifiquemos la cuestión y hablemos sin pelos en la lengua: ¿Qué significa atravesar una crisis?

Surcar una crisis es vivenciar un cambio, en general, súbito, abrupto, que puede afectar a un individuo, grupo, comunidad o sociedad. Es por eso que la palabra crisis abarca una multiplicidad de situaciones variadas en su contenido, pero similares en cuanto a los efectos que generan.

Una crisis provoca un alto grado de incertidumbre e inestabilidad, se trata de una circunstancia poco usual, más allá de que podamos anticiparnos o no a su llegada. Despierta angustia y estrés en las personas porque sobrepasa los mecanismos de control conocidos, es decir, aquellos métodos

que uno está acostumbrado a usar y que le han dado resultado positivo en el pasado.

Entonces, ¿una crisis es una vivencia negativa? No necesariamente. Heráclito de Efeso decía: “no nos bañamos dos veces en el mismo río” porque todo es un continuo devenir, lo único que realmente existe es el cambio. Por algo se oye hablar de las famosas crisis vitales, ¿no?

Aquellas etapas propias de la evolución del hombre que no podemos evitar y que suelen ser claves en el desarrollo de la subjetividad humana, como la adolescencia, la mediana edad, la vejez, etc. Una vida exenta de crisis es una utopía, porque los cambios son inherentes al hombre.

En algunos casos, las crisis sacan lo mejor de uno, funcionan a modo de motor, incentivando y potenciando los recursos que las personas tenían escondidos. Todo depende de la actitud con la que se enfrente.

Si aplicamos estos conceptos a las organizaciones, nos vamos a encontrar con que ellas también tienen en su historia crisis vitales y accidentales que contar. Como empresa vieja que somos, tenemos un poco de cancha en la gestión de circunstancias de este estilo, es por eso que acá van algunos consejos para poder tomar las riendas del carro y recobrar algo de estabilidad en un horizonte turbulento:

* Identificar las áreas más débiles o vulnerables: De forma rápida podremos saber cuáles son los puntos que deberemos proteger o reforzar inmediatamente.

* Prever los riesgos: Anticiparse a las consecuencias que se pueden llegar a padecer y clasificarlas según su orden de importancia o gravedad. Las medidas de acción surgirán solas en base a este análisis.

* Planificar la comunicación: Evaluar las respuestas que se le va a dar a las personas que trabajan en la compañía y a aquellas que están fuera. La figura de un líder estable, que demuestre coherencia entre su discurso y su accionar, es esencial para atravesar estos momentos. Se recomienda apelar a la prudencia y comunicar con claridad, mostrando ventajas y desventajas precisas, y dejando lugar a las inquietudes de cada uno.

* Poner en marcha los dispositivos de alerta: Ejecutar las medidas anti – crisis que la organización haya desarrollado y, en caso de no tenerlos, comenzar por armar un comité de crisis, definiendo personas, funciones y roles a tomar.

Crisis, en chino, significa cambio y oportunidad.

Abracemos lo incierto y adueñémonos de nuestro futuro. En definitiva, ¿hay algo más lindo que ser artífice de lo que nos va a pasar?

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