El arranque en frío en los vehículos

Llega el invierno y las temperaturas bajas son todo un desafío para los motores.

Ya hemos salido del verano y las temperaturas han caído, afectado directamente a los vehículos que duermen en la calle como indirectamente a los que lo hacen en garaje, el frío afecta al motor de un coche, y mucho. Imaginemos esto, sales de casa camino al trabajo y arrancas el motor, que lleva toda la noche parado a temperaturas muy bajas. ¿Te gustaría que te sacasen bruscamente de la cama y te pusieran a correr en una fría mañana? A tu coche tampoco.

Los motores son sistemas mecánicos diseñados para trabajar de manera óptima en una ventana de temperatura concreta, de manera que todos los elementos sufren especialmente en la fase de arranque y durante los primeros minutos de uso.

Para empezar, al motor le costará más arrancar, empezando por el esfuerzo extra que le significa al circuito de arranque del vehículo cuando la temperatura exterior es muy baja. Sí tu motor es Diésel, los calentadores del motor proporcionarán un esfuerzo extra, sí tu motor es naftero arrancará directamente.

Una vez que nuestro motor esté en marcha, hemos de saber que el aceite se ha vuelto muy viscoso con el frío. Cuando un motor lleva varias horas parado su aceite baja al cárter en su totalidad, situado en la parte inferior del motor. Lo que tendremos serán varios litros de aceite a su máxima viscosidad, lejos de las partes que más lubricación necesitan.

El aceite baña todos los componentes internos del motor, lubricando piezas de metal que se mueven a una enorme velocidad. Con el frío, su capacidad de llegada a las piezas internas del motor será inferior, en consecuencia, si aceleramos excesivamente al motor en el arranque del coche, estaremos causando un enorme desgaste hasta que el aceite las alcance. Esto acorta la vida útil del motor enormemente.

Con el motor frío las resistencias mecánicas aumentan y el aceite alcanza su mayor viscosidad.

Si los pistones y los segmentos no están correctamente lubricados, la fricción de metal contra metal puede ser desastrosa. Lo mismo ocurre con el turbocompresor, lubricado por el mismo aceite del motor. Estas acciones no causan un efecto inmediato al motor, pero el desgaste se acumulará con el tiempo.

Debemos permitirle al aceite del motor que tome temperatura y bañe adecuadamente todas las piezas del motor. Como mínimo, deberíamos dejar el motor medio minuto al ralentí, ya sea atmosférico o turbo, Diésel o nafta. Con un frío muy intenso, podemos llevar ese tiempo a un minuto, permitiéndole al aceite el alcance una temperatura mínima de servicio. Después podremos arrancar con un manejo suave y tranquilo durante los primeros minutos, sin someter al motor a cargas importantes.

Con el motor frío, el módulo de inyección mantiene un régimen de ralentí por encima de 1.000 rpm, bajándolo gradualmente a medida que el motor aumente su temperatura.

Las piezas alcanzarán progresivamente los valores de temperaturas de trabajo óptimas, mientras el líquido refrigerante la distribuirá a todo el motor hasta los 95°C, valor en el que el sistema de refrigeración de motor pone en marcha al grupo motoventilador (GMV), limitando el incremento de temperatura.

El frío no sólo afecta a la parte mecánica del vehículo, las bajas temperaturas afectan también a los componentes eléctricos que intervienen en la puesta en marcha del motor, nos referimos al circuito de arranque.

La batería proporciona corriente eléctrica debido a la reacción química a la que son sometidas sus placas inmersas en una solución ácida (mayormente agua y ácido sulfúrico). A bajas temperaturas esta reacción química es más lenta, proporcionando una menor cantidad de corriente.

En el momento de la puesta en marcha del motor es cuando más energía se necesita. Con el motor frío las resistencias mecánicas aumentan, el aceite alcanza su mayor viscosidad, la demanda de corriente para el motor de arranque es mayor, los valores de compresión de motor disminuyen. En resumen, durante la puesta en marcha las condiciones mecánicas, eléctricas y de lubricación se ven muy afectadas por las bajas temperaturas y deberemos permitirle al aceite el alcance de un nivel de capacidad que garantice la protección de las piezas del motor.

Una curiosidad: los bloques calentadores en Escandinavia. En Escandinavia durante las noches se pueden alcanzar temperaturas de 20 o 30 grados bajo cero. No hay anticongelante o aceite que lo soporte adecuadamente, por lo que para evitar problemas de arranque o un desgaste innecesario, conectan sus motores a la corriente. Como lo oyes, los coches se enchufan a una toma de corriente, y mediante resistencias eléctricas, calientan el bloque o el refrigerante del coche, manteniendo el motor a una temperatura adecuada durante la fría noche. Cero problemas para arrancar.

Por Luis Andrade
Formador Técnico. Instituto Tecnológico de Capacitación Automotriz.
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