El Rolls-Royce del desierto

Es el todo terreno más clásico de Nissan. Nació como una copia del Jeep Willys. En su sexta generación es una verdadera limousine del Sahara. La manejamos en Marruecos.

Desde Errachidia (Marruecos) – En el evento internacional Go Anywhere, que Nissan organizó en el desierto del Sahara para 70 periodistas de todo el mundo, Lubri-Press manejó en primer lugar los modelos con cuatro cilindros: Navara AT32 y Terra. Llegó la hora de pasar a los V8.

El primer modelo que elegí fue la camioneta todo terreno más clásica de Nissan: la Patrol. Su origen se remonta a 1951, cuando nació como una copia japonesa del Jeep Willys. El nombre Patrol definía por completo su propósito original: era un vehículo de patrulla off-road, destinado para fuerzas de seguridad, trabajos de mantenimiento en zonas de difícil acceso y transporte de guardaparques.

A lo largo de seis generaciones, la famosa Patrol se reinventó por completo. La más famosa a nivel internacional fue la tercera generación (Type 160/260), que se fabricó entre 1980 y 1987. Fue pionera entre las 4×4 que buscaron brindar cierta dosis de confort, para poder utilizarse también como vehículos de uso diario en la ciudad. Y fue la generación que brilló en el Rally París-Dakar.

De hecho, en el hotel Xaluca Kasbah de Marruecos, que fue la base de operaciones del evento, se exhibía la célebre Patrol Fanta de 1987. La manejó el legendario Miguel Prieto y se convirtió en el primer vehículo con motor diesel en clasificar en el Top 10 en la categoría autos del Dakar. Es el mismo combustible que se convirtió en el dominador absoluto de las últimas ediciones de esta carrera, ya en territorio sudamericano.

Pero eso es historia. La Patrol de sexta generación que manejé en Marruecos sólo conserva el nombre del modelo original. Sigue siendo un todo terreno con chasis de largueros, pero -más allá de ese detalle- es un vehículo amplio, lujoso y muy confortable. Es el Rolls-Royce del desierto (con perdón de la Cullinan).

Esta generación Y62 se lanzó a la venta en 2010. Y, en 2014, recibió el restyling que pude manejar en Marruecos. Tiene tres filas de asientos para siete pasajeros, tapizados en cuero natural, alfombras de pelo largo y todos los elementos de confort que puedas necesitar en la ciudad o el desierto: butacas ventiladas y calefaccionadas, sistema multimedia en las plazas traseras, terminaciones en madera y techo corredizo.

Bajo el capot, lo más interesante: un V8 5.6 naftero, con 405 caballos de potencia y 560 Nm de torque. Se combina con caja automática de siete velocidades y reductora. Incluye bloqueo de diferencial trasero y diferentes modos de manejo para asfalto, arena, piedras y nieve. Es todo lo que necesitás para hacerte una escapadita de fin de semana (y darle la vuelta al mundo, por ejemplo).

Largueros, V8 y reductora. Son todos componentes de un todo terreno puro y duro, pero nada de eso se siente al manejar la Patrol: es como viajar por el desierto, encapsulado en una burbuja con aire acondicionado, que flota sobre las dunas.

Aunque, en realidad, no flota. La Patrol mide 5,3 metros de largo y pesa dos toneladas, pero se desenvuelve en la arena como si fuera un ligero cuatri: tiene potencia y ángulos sobrados para superar obstáculos, con un despeje del suelo de 27 centímetros. Es un auto que hay que escalar para alcanzar el habitáculo, pero en el cual –una vez al volante- sentís que fue pensado desde el primer día para atravesar el Sahara.

El V8 tiene torque generoso para atravesar dificultades y, con la reductora activada, hasta la trampa de arena más traicionera se resuelve sin superar las 3.000 rpm. Además, cuando bajás la presión hasta sólo 20 libras, los enormes neumáticos 275/60R20 no se hunden jamás en el terreno. Perdón por la obviedad de la metáfora, pero realmente es como viajar en una alfombra voladora. Aunque esta alfombra pertenece a la cultura árabe: fue fabricada en Kanda, Japón.

En este punto, ya me imagino lo que estás pensando: “Yo no necesito tanto lujo para hacer off-road, ¿no existe una Patrol de batalla, como la que corría en el Dakar?”.

No, por ahora no existe, pero Nissan llevó a Marruecos un concept-car que funciona: la Mountain Patrol Armada es un ensayo sobre cómo quedaría esta camioneta, con traje de fajina. Se eliminaron elementos de confort, se calzaron neumáticos con taco y hasta se instaló una carpa en el techo. Así me gusta mucho más, aunque por ahora es sólo eso: un concept.

Ahora, las malas noticias. Nissan informó que, por el momento, no tiene planes de comercializar la Patrol en la Argentina. Me brindaron toda clase de explicaciones técnicas, económicas, industriales y mercantiles, pero no terminé de entender por qué. Su competidora más directa, la Toyota Land Cruiser 200, se vende desde hace décadas en nuestro país.

Entiendo que la Patrol sería muy costosa en nuestro mercado, pero la Toyota tampoco es una ganga. Hoy vale 5,6 millones de pesos (sí, casi seis palos argentos).

En el fondo, algo entendí de esa explicación. Todo se trata de la etapa en la que se encuentra cada marca en nuestro mercado. Mientras Toyota lleva más de dos décadas produciendo la Hilux en Zárate, Nissan recién arrancó este año con la Frontier en Córdoba. En un país con muchas restricciones arancelarias, como es la Argentina, la producción de un vehículo exitoso a nivel local siempre es visto por las casas matrices como la señal de equilibrio necesaria para abrir la canilla que permita ofrecer el resto de la gama de productos.

Curiosa conclusión desde el Sahara: la llegada de la Patrol y otros Nissan aspiracionales a la Argentina (¿alguien dijo GT-R?) dependerá de las divisas y el equilibrio comercial que genere la Frontier cordobesa. En Africa, al pie de una duna, encontré un motivo inesperado para tenerle más cariño a la nueva chata producida por manos argentinas.

C.C.