Las 24 Horas de (un Citroën en) Nürburgring

Test: C4 Cactus

Lubri-Press estuvo en Alemania para acompañar a Pechito López. Después se corrieron las 24 Horas para autos de GT. Y fue un caos. Mejor, salir a probar el Citroën C4 Cactus por Nürburg.

 

Las 24 Horas de (un Citroën en) Nürburgring

Las 24 Horas de (un Citroën en) Nürburgring

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Desde Nürburg (Alemania) – Imaginate un pueblito cualquiera de la Argentina, ubicado a 150 kilómetros de distancia de la ciudad más cercana. Durante el año, viven menos de 200 habitantes. Pero, todos los meses de mayo, el lugar es invadido por más de 500 mil personas. Se construyeron hoteles para albergar a semejante aluvión, pero no alcanzan. La gente acampa al borde de la ruta y en los bosques. Duermen en los autos, en casas de familia y estaciones de servicio.

Hacen fogones para calmar el frío de la noche. Comen asados. Toman cerveza y vino.

Si todo este folcklore te recuerda a las escenas del Rally de Argentina o a alguna fecha del Turismo Carretera, no estás tan errado. Ese mismo ambiente es el que convierte todos los años a Nürburg, al Norte de Alemania, en la capital mundial del automovilismo. Allí se corre la competencia de autos de turismo más famosa del mundo: las 24 Horas de Nürburgring.

Esto no es Le Mans, donde la tecnología de los prototipos acapara todo el show. Tampoco es Daytona, donde un semióvalo te hipnotiza hasta adormecerte. Es una competencia para más de 700 pilotos, sobre 200 autos de turismo. Es la carrera heredera de las legendarias 84 Horas donde brillaron los Torino en 1969.

Acá corre desde un amateur debutante hasta un profesional. Se inscribe desde un Renault Clio hasta un Mercedes-AMG GT3. Es una competencia disputada sobre dos circuitos entrelazados: el Nürburgring Grand Prix y el Nordschleife, con una extensión total de 25 kilómetros.

Como ya leíste el mes pasado, Lubri-Press estuvo en Nürburgring para acompañar a José María “Pechito” López en la carrera del WTCC.

Fue una invitación de Citroën Argentina, DS Argentina y Total Argentina, que incluyó entrevistas con directivos internacionales y pruebas de autos.

La carrera de 24 horas no formaba parte de la agenda, pero le dio al viaje el marco más espectacular posible.

El clima del fin de semana fue imprevisible. En plena primavera, Europa está sometido al famoso “tiempo loco” que tan bien conocemos en los veranos argentinos: mañanas apacibles, mediodías calurosos, tardes muy húmedas y noches con vendavales tropicales. Iguales al desarrollo de un Pampero bonaerense. Pero en el Norte de Alemania.

La carrera se largó con un cielo amenazante y, a pocos minutos de comenzar, se descargó una tormenta de lluvia y granizo sobre la pista. Los equipos que trabajaron todo el año para llegar a esta competencia vieron sus sueños estrellados contra las implacables defensas del Nordschleife.

La competencia se detuvo por completo. Todos volvieron a boxes. Y, por la televisión, un helicóptero mostró una imagen de brujería: la tormenta estaba ubicada justo sobre el circuito, como una maldición oscura, rodeada de un cielo diáfano.

Citroën y DS habían puesto a disposición de la prensa argentina una amplia variedad de autos para probar durante el viaje. En Lubri-Press ya leíste las críticas del DS 3 Cabrio, del DS 4 Berlina y el DS 4 Crossback. Decidí que no iba a quedarme a esperar a escampara. Agarré las llaves de un Citroën C4 Cactus y salí a manejar por los alrededores de la ciudad.

Esta es la configuración que llegará pronto a la Argentina.

Esta es la configuración que llegará pronto a la Argentina.

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En los 348 litros del baúl no vas a encontrar ninguna rueda de auxilio. En la Argentina debería ofecerla.

En los 348 litros del baúl no vas a encontrar ninguna rueda de auxilio. En la Argentina debería ofecerla.

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Las imágenes del helicóptero no mentían. Sólo llovía en Nürburgring.

El año pasado te conté que manejé un Mercedes-AMG en Alemania y lo llevé tres días a Nürburgring. Relaté con detalle todo lo que significa manejar en el circuito, pero me olvidé de mostrar el otro costado de la historia: cómo es Nürburg.

El centro de la ciudad es el famoso castillo construido en el año 1.200. Está sobre la colina más alta de la zona y tiene una torre de piedra, que se divisa a varios kilómetros de distancia. El castillo se encuentra en plena refacción. La idea es convertirlo en un salón de eventos. Mientras tanto, durante la semana de las 24 Horas, se ilumina todas las noches y es la base de lanzamiento de varios espectáculos de fuegos artificiales.

En Nürburg todos viven de la actividad del circuito. El único emprendimiento diferente es la elaboración del vino local (“Nürburgwein”). Acá, el que no es banderillero, es mecánico, médico de la salita de emergencias local o vende souvenirs. Y olvidate de la frialdad alemana. El ambiente es el de un pueblito encantador, donde reina la buena onda con todos los visitantes.

Nürburg es una aldea medieval con un inocultable acento fierrero. Ahí están para confirmarlo el restaurante Cavallino, las empresas de alquiler de autos de carreras para girar en el Nordschleife y las colecciones particulares de los vecinos, que salen a lucirse por las calles en esta fiesta tan especial.

Casi todos en Nürburg tienen un auto de competición en el garage. El motivo es sencillo: chocar en el Nordschleife es muy fácil, pero reparar un auto y llevarlo hasta –por ejemplo, Frankfurt, a 150 kilómetros de distancia- es muy costoso. Por eso, la mayoría de los autos piñados quedan en Nürburg. Se venden por pocas monedas. Y sus dueños los reparan con esmero, hasta convertirlos en autos de colección que cada tanto aceleran en el circuito.

Pero, durante la semana de las 24 Horas, ese ambiente fierrero se multiplica de manera exponencial. Llegan fanáticos de toda Europa, algunos montados en máquinas increíbles: Ferrari, Aston Martin y McLaren son algunas de las marcas que sobresalen, entre una multitud de Porsche, AMG y BMW M, que ya ni siquiera llaman la atención.

Es que, para disfrutar de manejar en Nürburgring, ni siquiera hay que entrar el circuito (cerrado a los autos particulares durante los días de carrera). Las rutas vecinas son lo suficientemente estrechas, trabadas, ondulantes y divertidas como para pasar un buen rato.

Como te dije, salí a dar una vuelta con el C4 Cactus mientras esperaba a que se reanudara la carrera. En efecto, a menos de un kilómetro del circuito ya no llovía. Sintonicé en la radio la transmisión oficial. No entiendo mucho alemán, pero sabía que mientras sonara Die TotenHosen y no un V8, era porque todo seguía neutralizado.

Y me lancé por las curvas, contracurvas y pueblitos vecinos a Nürburg. Este C4 Cactus estaba configurado de la manera en que llegará a la Argentina en poco tiempo más: motor 1.2 PureTech de 110 caballos (tres cilindros, turbo, intercooler e inyección directa), con tracción delantera y caja manual de cinco velocidades.

Ya lo había manejado el año pasado en Punta del Este y me parece un auto genial. El C4 Cactus es muy liviano y con una dirección bastante directa, lo cual lo convierte en una maquinita muy entretenida de acelerar. Por supuesto, no tiene grandes prestaciones, pero el sonido del motor, la precisión de la caja y las suspensiones con un poquito de RolidoCitronesco le otorgan las dosis de vértigo justas para disfrutarlo tanto en la ciudad como en la ruta.

A eso hay que sumarle el sonido del motor. Los tres cilindros con turbo, cuando los exigís a fondo, suenan igual que un AutoUnión, pero tuneado por Gemballa.

El Cactus va a llegar a la Argentina con doce combinaciones de colores y los famosos Airbumps: esos globos de plástico de alta resistencia, que protegen los laterales y paragolpes.

Es un auto lleno de defectos entrañables: el tablero tiene muchos reflejos y poca información; las ventanillas traseras no se abren, son apenas ventiletes; y la unidad probada no tenía ninguna clase de rueda de auxilio. Veremos si algo de eso cambia cuando llega a nuestro mercado.

Lo que importa del C4 Cactus, sin embargo, es que es un Citroën, ciento por ciento. Raro, vanguardista, simpático, algo lento y con consumos bajos, pero muy divertido de manejar. Es lo más parecido a un 2CV moderno: el vértigo al volante, y la capacidad de llegar más lejos, son más importante que las prestaciones puras.

Es casi el mismo espíritu de las 24 Horas de Nürburgring, donde después de la tormenta, el granizo y la noche eterna, todo se decidió en la última curva. El que venía más lento terminó siendo el ganador.

Carlos Cristófalo
Enviado especial a Alemania
(viaje realizado por invitación de Total Argentina y Citroën Argentina)