Nacional vs. importado

Con menos de un año a la venta en nuestro mercado, el Peugeot 308 puede jactarse de ofrecer la mayor gama de motorizaciones del mercado argentino para un solo modelo.

Son nada menos que cinco: una turbodiesel (1.6 HDi de 115 cv) y cuatro nafteras (1.6 de 115 cv, 2.0 de 143 cv, 1.6 THP de 163 cv y 1.6 THP de 200 cv).

Una semana después de que el 308 fuera elegido Auto Regional del Año por Periodistas de la Industria Automotriz, en el garage de Lubri-Press se encontraron durante un breve lapso las dos versiones más potentes: Sport y GTi.

Tan parecidos, tan diferentes. A la izquierda, 308 Sport argentino. A la derecha, 308 GTi francés.

La cosa fue así.

Un martes fui a El Palomar a buscar un GTi que tenía agendado desde hacía unas semanas y, cuando llegué, los amables responsables de Comunicación de Peugeot Argentina me esperaban con una disculpa: la unidad que me habían asignado todavía no había llegado a la planta.

Y, con reflejos creativos, me propusieron llevarme un Sport por una noche: “Mañana te llevamos el GTi a tu casa y nos devolvés el Sport. Así, de paso, vas a poder tener una impresión de las dos versiones”.

No hace falta decir que los nombres “GTi” y “Sport” se encuentran entre mis favoritos dentro del nomenclador de la industria automotriz. Por eso, no ofrecí resistencia.

El Sport se fabrica en El Palomar y se lanzó a la venta en la Argentina hace sólo un mes. El GTi llega importado de Francia y se comercializa desde junio.

Los dos tienen el mismo motor 1.6 THP, pero con puestas a punto diferentes. Mientras en el Sport desarrolla 163 caballos de potencia y se relaciona con una caja secuencial de seis velocidades, en el GTi entrega 200 cv e interactúa con una transmisión manual de seis marchas.

La diferencia también se nota en el precio: mientras que el argentino cuesta 168 mil pesos, el europeo vale 206.500 pesos.

Las principales diferencias estéticas -más allá de la presentación del logo del León sobre el capot- se pueden apreciar en la galería de fotos que se publica más abajo. Pero antes hay que destacar que las dos versiones vienen con el mismo equipamiento de seguridad: seis airbags, frenos ABS, control de estabilidad y control de tracción.

Después, hay otros detalles en la dotación de serie: el GTi, por ejemplo, trae sensores de estacionamientos delanteros y traseros (el Sport, sólo traseros) y un equipo de audio con ocho parlantes (cuatro, en el Sport).

Si bien los interiores son muy similares, el GTi tiene unas butacas más deportivas y terminaciones en goma de mejor calidad. Y mucho ojo: no es que el 308 Sport sea malo. De hecho, está entre los hatchbacks compactos mejor construidos de nuestro mercado. Pero la versión europea tiene detalles más cuidados. Es innegable.

¿Y las diferencias también se sienten al conducirlo? Sólo alguien con cloroformo en las venas no las notaría.

Y no es sólo por la mayor potencia del GTi, sino también porque la caja Tiptronic no siempre está a la altura de la respuesta del motor THP.

Eso se nota en la salida, con un tiempo declarado de 9,2 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h. Y también en las recuperaciones, donde es imprescindible interceder manualmente para lograr una respuesta más ágil.

Pese a ello, la velocidad máxima resulta más que holgada: 217 km/h (declarados por el fabricante).

Apenas con una tarde disponible, manejé el Sport durante casi 100 kilómetros en autopistas y ciudad. Como auto urbano, es confortable y la caja automática ayuda a disfrutarlo más en el tránsito. Tan sólo los neumáticos 225/45 resultan un poco ásperos en el asfalto desparejo. Pero es el costo a pagar con tal de lucir las bonitas llantas Stromboli tonalizadas, de 17 pulgadas.

¿Lubri-Press lo recomienda? Sí, pero lo haríamos con mayor énfasis si ofreciera una caja manual en opción.

¿Y qué hay del GTi? La crítica completa está en esta misma edición.

C.C.