Premio sorpresa

Se lanzó a la venta el mes pasado y llegaron sólo 10 ejemplares a la Argentina. Fue protagonista del concurso de Lubri-Press y Autoblog. Escribe el ganador y crítico invitado: J.I.Dours.

La PorscheCayennePlatinumEdition llegó la semana pasada a la Argentina.

La Cayenne provocó una revolución en el mundo Porsche, cuando se lanzó a la venta a principios de este siglo. Ningún fanático de Ley podía admitir en su sano juicio que en Stuttgart se produjeran “camionetitas para llevar a los chicos al colegio”. Era una injuria, un sacrilegio, una traición a la memoria de Ferdinand. Lo cierto es que fue un éxito de ventas, y transformó a la marca en la automotriz más rentable del mundo.

Pero también sirvió para hacer “beneficencia”. La gente de Nordenwagen –representante de Porsche en Argentina- lanzó junto a Lubri-Press y Autoblog un concurso para que alguien -que tal vez no tenga la posibilidad de ser su cliente y mire con la ñata contra el vidrio-, viva la experiencia de manejar un Porsche por un día.

Participamos muchos amantes de los autos en general y los Porsche en particular, con la ilusión de ser los elegidos. Hubo muchos concursantes con idea muy buenas e historias muy lindas, incluso con más méritos que mi publicación. Por alguna sutileza –o el azar del destino- el jurado me eligió para esta experiencia.

¡La emoción cuando recibí la noticia fue inmensa!

Estaba trabajando, cuando me contactaron, y la gente con la que estaba en ese momento pensó que me había vuelto loco. Y un poco tienen razón: manejar un Porsche era un sueño de (casi) toda la vida.

“El sábado vas a manejar una PorscheCayennePlatinumEdition, con un V6 de 300 caballos”. Algo así me dijo C.C. cuando hablamos por teléfono.

Cuando llegué a la cita, en el Porsche Center Buenos Aires, me esperaban con un presente que me había enviado la gente de Marketing de Nordenwagen: una mochila y una gorra de PorscheDriver’sSelection, un finísimo anotador con tapas de cuero con el logo “718”, un ejemplar de la última edición la revista PorscheLifestyle y una muy linda carta de felicitación por ganar el concurso, donde además me invitaban a coordinar una visita al Porsche Center. Todo de una calidad soberbia, como era de imaginar.

Y ahí empezó el paseo, que incluyó un poco de ciudad, autopistas, rutas provinciales y caminos vecinales. Y un inolvidable –desopilante- almuerzo en Carlos Keen, gentileza de Autoblog. La crítica completa –y poco objetiva- se reproduce a continuación.

POR FUERA

Es una silueta conocida. Es grande. Muy grande. Pero lejos está de verse tosca. El equipo de diseño de Porsche, cuando se sentó a trabajar en la Cayenne, no sé si manejaban el concepto de familyfeeling o simplemente se pusieron a dibujar lo que sabían dibujar, y lo adaptaron a otro tipo de vehículo.

Lo cierto es que salió un Porsche: es indudable. Los faros y guardabarros delanteros tranquilamente pueden ser confundidos con un 911, si uno no repara en el tamaño de este vehículo. Incluso desde atrás –con la cintura marcada y el ángulo de la luneta trasera- conserva el sello de diseño.

Las llantas RS Spyder de 20 pulgadas le dan un toque deportivo a un perfil claramente de SUV, lo mismo que la dos salidas de escape bien al extremo de cada lado. Nada que ver con la rueda de auxilio que, más allá de lo estético, es de uso temporario. Un vehículo diseñado para el off-road no puede tener esta falla.

En síntesis, un Porsche con todas las letras: lo aborrecen los fanáticos de toda la vida, y lo aman los miles y miles de nuevos clientes, que llegaron a la marca a través de este segmento. Por eso, los del departamento de Finanzas de Porsche, aman más que nadie a la Cayenne.

Viene de serie con suspensión neumática, para variar el despeje del suelo.

Acelera de 0 a 100 km/h en 7,7 segundos y alcanza los 230 km/h.

Asado, empanadas y cerveza para el equipo de Lubri-Press y Autoblog. J.I.Dours, conductor designado, fotografía la llave de la Cayenne.

POR DENTRO

También es grande, pero no tanto. Las butacas delanteras deportivas (en cuero y Alcántara) son cómodas y ofrecen una sujeción acorde a las expectativas. El reglaje eléctrico permite encontrar la posición manejo ideal, rápido y fácil. La calidad de los materiales es excelente, y las terminaciones también. La consola central integrada al túnel central está repleta de botones y controles. Muchos de ellos sirven para el equipo sonido, el cual calculo que debe sonar fantástico. Y digo “debe” porque no tengo la menor idea de cómo suena.

Cuando estábamos haciendo los ajustes para salir, C.C. bajó por unos instantes y me abalancé para apagar la radio A.M. que había sintonizado. Si algún otro lector tiene la suerte de tener la oportunidad de hacer otro test de una Cayenne junto a CC, recuerden: es la perilla giratoria debajo del navegador, la de la izquierda. Si les interesa una opinión más apropiada acerca del equipo de audio, claramente no son fanáticos de la marca (aunque sí posibles compradores de este vehículo).

En ese caso les sugiero que busquen en internet el blog de DJ Deró, que tal vez a esta altura haya conseguido “un laburo honrado” y se dedique a este tipo de críticas. Esto es un Porsche, lo único que importa cómo suena es el motor.

La pantalla táctil funciona muy bien, responde rápido y es bastante intuitiva. Tiene GPS integrado y es compatible con dispositivos con Android Auto y Apple Car Play. Una observación: asegúrense de no poner una dirección en el GPS, y otra distinta en el navegador del teléfono. Es un vehículo inteligente, pero no tanto como para darse cuenta de que está dando dos instrucciones diametralmente opuestas en simultáneo.

Para andar en Argentina, tal vez sea mejor conectar el teléfono, ya que las opciones de configuración del GPS que vienen en el navegador de la Cayenne están más pensados para caminos del primer mundo.

Siguiendo la línea, la selectora de cambios es muy bonita y agradable al tacto. Justo detrás están los controles para activar el modo off-road, los tres modos de la suspensión neumática (Comfort, Sport, Sport Plus), y regular la altura de marcha. Esto último permite subir y bajar el despeje del suelo, de acuerdo al tipo de camino. Incluye una posición extra-baja para que accedan al habitáculo personas con movilidad reducida, o para cargar algo de peso en el baúl.

Las plazas traseras son cómodas y tienen buena altura. El espacio para las piernas es suficiente. Si estaban sacando cuentas para comprarla, y pensaban poner una cancha de papi fútbol en ese espacio para amortizar el costo, olvídense: pueden ir dos adultos y un niño cómodos, pero no con las piernas estiradas. No es el Maracaná, pero está bien.

El baúl es amplio, tiene muy buena capacidad, y la altura regulable facilita la carga de cualquier cosa. Tiene un sistema de botón de apertura y cierre automático desde adentro, que resulta muy práctico. Dentro del espacio de la “galleta infame” –léase auxilio de uso temporario- hay una serie de herramientas. No pregunten cuáles, porque no las utilizamos. Creo que una era un destornillador. Pero bueno, ahí están: son lindas.

El plato fuerte queda para el final de esta sección. Hasta acá hay muchos puntos discutibles de acuerdo a la percepción de cada uno. Pero cuando te sentás en la butaca y mirás para adelante, estás sentado en un Porsche. En el centro –cerca del parabrisas-, una obra de arte que marca la hora. Justo frente a los ojos, el clásico tablero de cinco arcos y cuentavueltas en el centro es la primera garantía de lo dicho antes. Además, tiene velocímetro, presión de aceite, temperatura, etc.

Uno de los cuadrantes tiene una pantalla dedicada al navegador satelital. Un poco más cerca, un magnífico volante deportivo, de grip y tamaño perfecto, con controles para el audio y el teléfono. Espectacular. Y ahí atrás, casi escondido, justo donde tiene que estar –obviamente a la izquierda- el tambor para la llave. Uno moderno, para una llave inteligente de un diseño muy lindo que reproduce la forma de la Cayenne. Y aunque sea moderna y tecnológica, tiene el funcionamiento convencional: se mete y se gira. Como corresponde a un Porsche.

Se ofrece con el motor V6 3.6 de 300 caballos, con tracción integral y caja automática de ocho velocidades.

En todos los detalles, calidad Porsche.

Lástima la rueda de auxilio de uso temporario (desinflada, para ocupar menos espacio). Incluye compresor de aire.

Detalles PlatinumEdition: tapizados en cuero y Alcántara, con el emblema de Porsche estampado.

Cuesta 164 mil dólares y sólo hay diez unidades para nuestro mercado.

SEGURIDAD

La lista de equipamiento de seguridad es larga, larguísima. Tanto activa como pasiva. Como no soy experto, no voy a ahondar en detalles desde mi paupérrimo conocimiento, y me voy a centrar en la experiencia. La ficha técnica, que se puede descargar abajo, habla por sí sola para el que quiera saber más.

La verdad es que transmite seguridad. Frena muy bien (pero muy bien). Lo comprobamos cuando circulando por rutas suburbanas: alcancé a ver un lomo de burro sin marcar a menos de 30 metros. A ojo de buen cubero, tenía más o menos la altura de la rueda. Bueno, por ahí exagero. Pero si no hubiese sido por la potencia de frenado, todavía estábamos en el aire. Y eso que iba a alrededor de 100 km/h. Lo cierto es que frenó en una baldosa –y bien derechito- sin necesidad de pisar a fondo el pedal. Y pasamos despacito, casi sin sentirlo.

Algo que me llamó la atención es el sensor de proximidad de 360°. Se desactiva cuando aumenta la velocidad, pero en ciudad tira alertas permanentes. No exploré si era configurable, pero doy por sentado que se puede desactivar. Cuando entrás al carril para pagar un peaje, los sensores suenan si estuvieras en medio de un ataque nuclear. Sin embargo, son muy útiles para los obstáculos en off road exigente, ya que brinda información muy precisa de tamaño y proximidad de los objetos.

Otro punto a destacar es el control de tracción: inexpugnable. No es que haya tenido tantas oportunidades para exigirlo, pero lo cierto es que no logré que patine, ni siquiera sobre tierra. Es desconectable, pero ni siquiera lo intenté. Es un vehículo muy potente y yo no soy un piloto experto, seguramente muy parecido a la mayoría de los posibles compradores. Y tener los ángeles electrónicos de tu lado es fundamental en un vehículo en el que no se siente la velocidad.

Algo que no me gustó es la ubicación del botón para las balizas. Está en un rincón casi escondido. Me costó bastante encontrarlo la primera vez, y nunca fue fácil de accionar. En esos detalles el diseño nunca puede ir por delante de la funcionalidad.

MOTOR y TRANSMISIÓN

Mamita. Con eso podría sintetizarlo, pero me debo a mi público (!?). Hablando en serio, el V6 3.6 de 300 cv y 400 Nm es infernal lo que empuja. Tengamos en cuenta que esta bestia de más de dos toneladas en vacío acelera de 0 a 100 como un Hachi-Roku estándar.

Me lo imagino a Jacinto Campos babeando con esta preciosura. Empuja parejo bien desde abajo, y suena como los dioses. Increíble el trabajo que hicieron con los escapes, los especialistas en sonido de Stuttgart.

C.C. no me va dejar mentir: en más de una oportunidad, aproveché la ruta desolada para bajar la velocidad y hacer un kick-down: cinco segundos son más que suficientes para que suene en todo su esplendor. Y ya que hice referencia al kick-down, hablemos de la caja. Creo que la Tiptronic S de ocho marchas es todavía mejor que el motor.

Cuando el acelerador se acaricia con suavidad, los cambios son tan lineales como imperceptibles, constantemente busca el régimen óptimo para reducir consumo y emisiones, entre 1.500 y 2.300 rpm. Si la caricia se transforma en patada, de inmediato rebaja y tira hasta 7.000 rpm. En modo secuencial, responde de inmediato, es un placer accionarlo desde las levas de aluminio.

COMPORTAMIENTO

Alguna vez mi Viejo –que muchísimo tuvo que ver con que yo esté hoy escribiendo esto- me dijo que un 911 era un auto deportivo que se podía usar todos los días. Eso mismo repitió C.C. durante el almuerzo. Mi experiencia fue con una Cayenne, pero lo confirmo. En ciudad es dócil y amable mientras se trate al acelerador con dulzura. Pasa bien por lugares estrechos, como es la salida del Porsche Center Buenos Aires un fin de semana. Estaba tan atestado de autos que yo pensé que C.C. la había estacionado ahí para la foto la noche anterior, y estaba coordinando el helicóptero de carga para sacarla. Pero no, no era necesario. Con mucho cuidado (mal comienzo si la rayaba en los primeros 10 metros) y un par de maniobras, salió. Pasó por calles estrechas. También salió airosa de un embotellamiento en la salida a la autopista, no por error de planificación de C.C., sino por los nervios del que suscribe. Estaba tan concentrado en el tránsito que me pasé de largo.

La dirección de asistencia variable es una gran ayuda en maniobras de estacionamiento, al igual que los espejos que ajustan el ángulo cuando se conecta la reversa: lo óptimo sería que complementar con una cámara de retroceso, que no tiene (flojo ahí). Los sensores de proximidad ayudan, pero no es lo mismo.

En ruta y autopista es donde realmente se pone complicado. No porque sea difícil de manejar: ocurre que respetar las velocidades máximas es una lucha a brazo partido, que se gana metro a metro.

La velocidad no se percibe en lo más mínimo, porque la caja siempre encuentra una relación para mantenerlo a menos de 2.000 vueltas, y presionar el acelerador tres milímetros de más es garantía de pasarse de la máxima. Por ejemplo, en General Paz se enamora de la séptima casi regulando, y en el más mínimo descuido vas a 90 km/h.

Si compran esta preciosura, no duden en usar el control de velocidad crucero. Es una tranquilidad. En autopistas, con máximas permitidas más generosas, como Acceso Oeste o Panamericana, fue un poco menos complicado, aunque me costó horrores.

A 120/130 apenas se escucha el motor, no se mueve, no hay vibraciones, no se siente la velocidad, no nada. No rola, la suspensión neumática siempre lo mantiene nivelado. Siempre. Pude disfrutar el sonido de las rpm pasando a modo manual y forzando marchas más bajas. Con la velocidad, CC era como Trump con los inmigrantes: un muro. Y está bien, es su responsabilidad y parte de su función como comunicador.

En este punto, me permito hacer una sugerencia al equipo de desarrollo de Porsche: para las próximas versiones podrían desarrollar un S.E.P.B.P.G. (Sistema Eyector de Periodistas Buchones que se Pusieron la Gorra). Hablando en serio, brinda la sensación de que puede ir mucho más fuerte con la misma seguridad. No sólo por la electrónica, sino por la suspensión neumática, que siempre la mantiene nivelada en cualquier condición. Puede ser un poco dura en algún pozo o lomo de burro, pero no rola jamás.

-C.C., ¿ya puedo pisar a fondo?
-No.
-¿Ahora?
-Todavía no.
¿Ahora sí?
-¡No!

Lo malo: siempre con C.C. en el asiento del acompañante.

El recorrido incluyó autopistas de Buenos Aires y rutas del Norte y Oeste bonaerense.

-Juan, ¿puedo escuchar radio A.M.?
-No.
-¿Ahora?
-Todavía no.
-¿Ahora sí?
-¡No!

CONCLUSIÓN

¿Qué se puede decir a esta altura? Permítanme que me dirija a los distintos públicos que me honraron leyendo hasta este punto.

Si usted no es fanático de la marca y llegó hasta acá, por casualidad buscando información que lo ayude a decidir la compra, y si las palabras Bóxer, Targa, 959 y 962 no le dicen absolutamente nada, le pido que se olvide de todas las alternativas que evaluó. Puede que le hayan hablado de valor de reventa, de consumo, de costo de mantenimiento, y de otro montón de cosas que le hagan dudar entre una Cayenne y algún otro vehículo. No lo dude más, cierre acá y vaya a hacer la reserva de este Porsche. Es un auto que se elige con la cabeza, las tripas y el corazón. Felicitaciones, y bienvenido a esta gran familia.

Si usted es un lector habitual de Lubri-Press y Autoblog, gracias por el aguante, y disculpas si me envidiaron un poco. Espero haber entregado una crítica al menos aceptable.

Lo cierto es que cumplí el sueño del pibe: pude manejar un Porsche. Uno que cuando salió a la venta no me cerraba, al que con el tiempo me acostumbré, y hoy –después de haberlo manejado algunos kilómetros- me ayudó a derribar un montón de prejuicios que tenía.

Es una SUV, pero no deja de tener espíritu deportivo.

No sé si es el mejor en algo y me falta muchísima experiencia para poder decirlo, pero seguro hace de todo sin desentonar. Se ganó mi respeto más allá del logo en la trompa, y por propiedad transitiva, también la hermana menor Macan (que no conozco sus habilidades, ¡pero es mucho más bonita!).

Para el final quiero volver a agradecer a Porsche Argentina, Lubri-Press y Autoblog por haberme permitido vivir esta experiencia. Espero ansioso que organicen el concurso “Te invitamos a conocer Stuttgart y Nürburgring al volante de un 911 Targa 4S negro con PDK con todos los gastos pagos”. Capaz que es mucho pedir, pero cuenten con mi participación. Ahora sé que, a veces, los sueños se cumplen.

Texto: J.I.Dours
Producción fotográfica: Garage Creativo
Copiloto A.M.: Carlos Cristófalo