Los Abarth 500 están presentes en nuestro país desde agosto del 2009, cuando algunos directivos de Fiat Auto Argentina importaron un par de unidades para uso personal. Se trata de la legendaria firma del Escorpión, fundada por Carlo Abarth en 1949, y que se convirtió en la división deportiva oficial de Fiat en 1971 (leer historia aparte).
El Abarth 500 se comercializa en la Argentina desde hace dos años y, a los oídos del público joven, suena como una marca moderna y sofisticada. Pero tiene una pequeña legión de fanáticos desde hace varias décadas, cuando algunas unidades y piezas de competición entraron al país en cuentagotas, importadas por coleccionistas bien tifosi.
A pesar de que Abarth es una marca independiente del Grupo Fiat (ahora Fiat Chrysler Automobiles), este modelo se comercializa en nuestro país como Fiat 500 Abarth.
Lubri-Press manejó un ejemplar durante una semana y la crítica completa se reproduce a continuación.
Por fuera
El Fiat 500 normal ya lleva seis años en nuestro mercado, pero su presencia sigue llamando la atención en las calles. Y eso que ya se patentaron más de 8.700 unidades. La explicación es simple: es un auto demasiado simpático, nostálgico y bien diseñado como para pasar desapercibido.
El Abarth es más extrovertido todavía. Y también exclusivo: hay poco más de 230 unidades patentadas.
La tarea de transformar un Cinquecento en un Abarth 500 corrió por cuenta del argentino Rubén Wainberg, quien convirtió a la simpática Bolita en una especie de Hormiga Atómica motorizada.
Por empezar, todos los emblemas de Fiat (en trompa, llantas y baúl) fueron reemplazados por los del Escorpión. Se colocó paragolpes con spoilers y tomas de aire más grandes. Se redujo el despeje del suelo en 20 milímetros, se colocaron llantas de aleación de 17 pulgadas (con Pirelli PZero Nero 205/40ZR17) y se agregaron faros de Xenón.


El paquete se completa con espejos, stickers laterales y pinzas de frenos rojas. Además, lleva un llamativo alerón sobre la luneta, difusor trasero y una salida de escape doble.
Es deportivo, agresivo y soberbio, pero en el buen sentido. Resulta espectacular, aunque no ostentoso. Todo el mundo sabe que, en el fondo, sigue siendo un entrañable Fitito.
Por dentro
En el habitáculo también hay diferencias importantes. La plancha de instrumentos sigue siendo en dos tonos, pero el Escorpión metió la cola en varios lados. Por empezar, en el volante, con diseño deportivo y dureza variable con el modo “Sport”. Después, en el tablero, donde la esfera clásica de los Cinquecento recibió un apéndice abajo y a la izquierda: un manómetro de presión del turbo, graduado hasta los 1.6 bares. Cool.
Las nuevas butacas son bien deportivas, con el apoyacabezas integrado, tapizado en cuero con costuras rojas y un inserto de aluminio a la altura del cuello.
El Abarth se puede equipar en la Argentina con tres opcionales: pintura perlada, techo corredizo Skydome y butacas de competición Sabelt (en cuero negro y tela tipo napa). El paquete completo cuesta 8.000 pesos y es más que recomendable. La unidad probada contaba con sólo dos de los opcionales mencionados (pintura y techo), pero para el público el paquete de opcionales se debe encargar completo, no por separado.
La posición de manejo es buena, aunque podría ser mejor. El ajuste vertical de la butaca no tiene un buen rango de variación y el volante sólo se regula en altura. Los más altos van a tener que elegir entre viajar con las piernas muy flexionadas o con el volante muy lejos. Ninguna de las dos es una posición cómoda y –menos aún- deportiva. Además, los muy altos pueden llegar a tocar el techo en las versiones con Skydome.



Atrás, el espacio es como en otros 500: minúsculo. Está homologado para sólo cuatro pasajeros, pero los de atrás sólo pueden ser niños. Y de esos que no se mueven mucho, si es posible.
El baúl es más chiquito todavía. Tiene 185 litros de capacidad. Y eso que ni siquiera trae rueda de auxilio: tan sólo viene con un kit de reparación de pinchazos.
La calidad de terminación, como en todos los Cinquecento, es muy buena. Está claramente por encima de los Fiat fabricados en el Mercosur.
Pero este Abarth, con apenas 1.400 kilómetros recorridos, ya padecía algunos incubi bien italianos. Se había despegado el revestimiento de aluminio del pedal de freno, el indicador del cambio de marcha no funcionaba y el climatizador parecía haber enloquecido: su interpretación libre de “20 grados” oscilaba entre el frío polar y el horno de panadería.
Seguridad
El Abarth viene con el mismo equipamiento de seguridad de los 500 Sport y Lounge. Es decir, frenos ABS, control de estabilidad y ayuda al arranque en pendiente. La única diferencia es que los mexicanos (Sport/Lounge) tienen hasta siete airbags en opción y el polaco tiene seis de serie. No tiene airbag de rodillas para el conductor.
Como es un auto homologado para sólo cuatro pasajeros, tiene cuatro cinturones de seguridad y cuatro apoyacabezas.

Esta versión escorpiana suma Control de Transferencia de Torque (TTC, por su sigla en inglés), que optimiza la transferencia del par motor a las ruedas delanteras, para transitar curvas a alta velocidad y con una mayor adherencia al camino.
Un Fiat 500 1.2 fue sometido en 2009 a las pruebas de choque de EuroNCAP. A modo de referencia, obtuvo cinco estrellas en protección de adultos, cuatro para niños y dos para peatones.
Motor y transmisión
El Abarth parte de la base del mismo block de los 500 Sport y Lounge: naftero, de cuatro cilindros, con 16 válvulas y 1.368 centímetros cúbicos. Pero, en lugar del sistema de admisión MultiAir, tiene dos clásicos árboles de levas a la cabeza con botadores hidráulicos y –lo más notable- un turbocompresor de la firma japonesa IHI.
Gracias a la ayuda de ese caracolito, la potencia salta de 105 a 135 caballos de fuerza a 5.500 rpm. Y el torque trepa de 132 a 206 Nm a 3.000 rpm. La caja es manual, de cinco velocidades. Y tiene tracción delantera (acá más de un nostálogico podrá acotar que los 500 Abarth originales eran con motor y tracción trasera, qué tiempos).

Todos los Fiat 500 llegan a la Argentina importados de México, pero el Abarth viene de Polonia. Esto es porque, cuando se homologó el Abarth para las unidades que importaron en 2009 los directivos de la marca, aún no había escorpianos aztecas. Y es una pena, porque el 1.4 T-Jet que ahora sí se produce en México viene con sistema MultiAir: tiene 160 cv de potencia y 230 Nm de torque. Pero, para cambiar el origen y el motor, habría que volver a atravesar todo el proceso de homologación.
Es un trámite que demora y tiene un costo, pero Lubri-Press cree que bien valdría la pena.
Comportamiento
Este auto tiene forma de Cinquecento, block de Cinquecento y plataforma de Cinquecento. Pero es un Abarth. Y eso lo vas a apreciar desde el momento en que prendas el motor: los dos escapes traseros suenan roncos cuando regula en frío. La caja de cambios tiene un embrague de desacople más brusco, pero te vas a acostumbrar con rapidez.
Lo que vas a tardar un poco más en regular es la respuesta del acelerador. El Abarth es claramente más nervioso que otros 500, pero no deja de ser un citycar muy dócil. El turbo comienza a soplar a partir de las 1.500 rpm, pero hasta las 3.000 vueltas la evolución del motor es muy lineal y pareja. En ciudad, rara vez vas a superar ese régimen, lo cual ayuda mucho a los consumos. En uso urbano, supera apenas los 9 litros cada 100 kilómetros. Excelente, para un auto deportivo.
Y todas las dudas sobre si este Abarth es o no un verdadero sport se despejan a partir de las 3.000 rpm. Ahí, el T-Jet entrega todo lo que tiene, mientras el manómetro del turbo y el tacómetro comienzan una carrera por ver quién trepa más rápido.
El velocímetro no se queda atrás: el Abarth acelera de 0 a 100 km/h en 8 segundos clavados y alcanza una máxima de 205 km/h. No son valores de un gran auto deportivo, pero recordemos que esto lo logra un Fitito de 3,6 metros de largo, con apenas 1.100 kilos de peso.

Y acá es donde la percepción se impone a los valores matemáticos. En un auto de estas dimensiones, con una distancia entre ejes muy corta, las sensaciones de vértigo son más intensas y directas. Por eso, mientras en un gran BMW tenés que viajar a más de 200 km/h para segregar adrenalina, en el Abarth alcanzan con sólo 120 km/h para dibujarte la sonrisa boba de un adicto a la epinefrina.
El beneficio es doble. Vas a manejar feliz. Y te vas a ahorrar una fortuna en multas.
El andar, vamos a decirlo sin medias tintas, es muy duro. ¿Qué tan duro? Digamos que alcanza el grado 11 de la escala Mini Cooper (que va del 1 al 10).
La culpa no es tanto de la suspensión –que es un poco más firme que en el Cinquecento normal, aunque conserva el esquema de McPherson adelante y eje de torsión atrás-, sino de los neumáticos. Las ruedas de perfil ultrabajo son hermosas y te dan mucha confianza cuando doblás fuerte, pero no se puede ir contra las leyes de la física: si la capa de aire que te separa a vos del asfalto es muy finita, tus huesos van a sufrir. Y, si abollás una llanta en un bache, tu bolsillo también.
El Abarth pide asfalto en buen estado. Y también -¿por qué no?- una pista. Acorde a sus dimensiones diminutas, lo llevamos a un circuito profesional de karting, en la ciudad de Suipacha. En una pista con más curvas que Mónica Bellucci, el Abarth se comportó como un verdadero Scalextric.
Como en los 500 Sport/Cult, el botón “Sport” permite endurecer la dirección, aumentar la respuesta del acelerador y volver un poco más ronco el sonido del motor. Más impresionante todavía es el mencionado sistema TTC, que entrega más torque a la rueda delantera con mejor apoyo (la externa de cada curva), de manera que contribuye a mejorar la capacidad de giro del auto, sin que se vaya de trompa. Traccionando como si no hubiera un mañana.
El control de estabilidad no se puede desconectar. Pero ayudas ingeniosas como el TTC contribuyen a que el exceso de paternalismo no moleste. A ese ritmo, además, los frenos trabajan de manera brillante y sin cansancio. Los discos en las cuatro ruedas (los delanteros, ventilados) no tienen problemas para dominar las masas de esta Bolita.
Es práctico en ciudad y endemoniado en la pista. ¿Y en la ruta? Ahí se puede viajar tranquilo y a buen ritmo. La corta distancia entre ejes hará que el auto sea un poco saltarín en los asfaltos ondulados. Y el tanque de 35 litros, combinado con la ausencia de rueda de auxilio, no invitan precisamente a lanzarse por las rutas sin rumbo fijo. Pero cada “tercerazo” para adelantar un camión con acoplado lo vas a disfrutar con un estruendo tormentoso, una patada ninja en el pecho y un gran nivel de seguridad.
Conclusión
El Abarth es mucho más que la versión deportiva del 500: es el auto deportivo más accesible de la Argentina.
Y tiene todos los ingredientes para que nadie le cuestione su sangre pura: un diseño llamativo, un motorcito temperamental, un comportamiento divertido, una marca con estirpe y hasta penurias propias de un verdadero sport.
Es el auto ideal para el que quiera tener el primer deportivo en su garage. O para quien busque un segundo auto, que le regale un manejo emocionante incluso en la ciudad.

Su precio actual de 218 mil pesos no es barato, pero también es cierto que no tiene competencia en la Argentina.
Muchos lectores conocen la debilidad de Lubri-Press por los autos deportivos. Sobre todo si son de marcas italianas. Y, más aún, si tienen una personalidad con marcados rasgos de inmadurez.
Por eso, si llegaste a este punto de la nota buscando un argumento pasional para convencerte de comprar este auto, frases seductoras o apologías del consumismo per codere, lamento desilusionarte.
El Abarth 500 es una compra muy recomendable.
Incluso desde el punto de vista más racional.
Carlos Cristófalo
Fotos: Lola Tyrrell
Agradecimiento: Top Kart – Kartódromo de Suipacha (alquiler de kartings y reservas de pista, 02324-480690)
FICHA TECNICA
Modelo probado: Fiat 500 Abarth
Origen: Polonia
Precio: 218.000 pesos (versiones del Fiat 500 desde 145.800 pesos)
Garantía: Tres años o 100 mil kilómetros.
Comercializa: Fiat Auto Argentina (www.fiat.com.ar)
MOTOR
Tipo: naftero, tipo T-Jet, delantero transversal, cuatro cilindros en línea, 16 válvulas, inyección indirecta, turbocompresor.
Cilindrada: 1.368 cc
Potencia: 135 cv a 5.500 rpm
Torque: 206 Nm a 3.000 rpm
TRANSMISIÓN
Tipo: tracción delantera, con Torque Transfer Control.
Caja: manual, de cinco velocidades.
CHASIS
Suspensión delantera: independiente, tipo McPherson, con resortes helicoidales y amortiguadores hidráulicos.
Suspensión trasera: eje de torsión, con resortes helicoidales y amortiguadores presurizados.
Frenos delanteros: discos ventilados
Frenos traseros: discos macizos
Dirección: de piñón y cremallera, con asistencia eléctrica y endurecimiento variable con modo “Sport”
Neumáticos: Pirelli PZero Nero 205/40 ZR17 (sin rueda de auxilio, con kit reparador de pinchazos)
PRESTACIONES
Velocidad máxima: 205 km/h
Aceleración de 0 a 100 km/h: 8,0 segundos.
Consumo urbano: 9,1 l/100km
Consumo extraurbano: 5,9 l/100 km
Consumo medio: 6,9 l/100 km
MEDICIONES
Largo / ancho / alto: 3.657 mm / 1.627 mm / 1.485 mm
Distancia entre ejes: 2.300 mm
Peso en orden de marcha: 1.110 kg
Capacidad de baúl: 185 litros
Capacidad de combustible: 35 litros
EQUIPAMIENTO
Frenos ABS
Doble airbag frontal delantero
Doble airbag lateral delantero
Doble airbag de cortina
Control de establidad (ESP)
Cuatro apoyacabezas
Cuatro cinturones de seguridad inerciales
Asistente al arranque en pendiente
Torque Transfer Control
Modo “Sport”
Suspensión deportiva
Butacas deportivas en cuero Abarth
Volante en cuero multifunción Abarth
Climatizador automático
Computadora de abordo
Dirección asistida eléctrica Dualdrive con modo Sport
Indicador de cambio de marchas
Manómetro del turbo
Equipo de audio Hi-Fi Premium con Radio/CD/MP3
Sistema Blue&Me con USB/Bluetooth y comandos por voz
Alerón sobre luneta
Doble salida de escape cromada
Stickers y emblemas Abarth
Faros de Xenón
Llantas de aleación Abarth de 17 pulgadas
OPCIONALES
Techo corredizo SkyDome
Butaca Racing by Sabelt en cuero negro
Pintura perlada
Valor del paquete: 8.000 pesos
[recuadro]
Abarth: la marca que Perón creó (sin darse cuenta)
Pocos lo saben, pero la firma automotriz Abarth nunca hubiera existido de no haber sido por una decisión de Juan Domingo Perón.
Karl Albert Abarth nació en Austria en 1908, pero cambió su nombre a Carlo Alberto Abarth cuando se radicó en Italia, en 1925. Fue diseñador de bicicletas y motos, pero también las corrió. Logró cinco títulos europeos de motos, hasta que un accidente lo alejó de las pistas.
Junto a Tazio Nuvolari, Ferry Porsche y Piero Dusio, Carlo Abarth fue uno de los fundadores de legendaria marca Cisitalia. La firma que pudo haber sido más famosa que Ferrari –con triunfos en la Mille Miglia y la Targa Florio- tuvo un final abrupto cuando Perón lo tentó a Dusio para fabricar autos de carrera en la Argentina.
La etapa argentina de Cisitalia parece que recién se va a concretar este año, pero fue la oferta tentadora de Perón -y el repentino alejamiento de Dusio- el que convenció a Carlo Abarth de crear su propia automotriz.
Se estableció en Turín en 1949 y pronto se especializó en preparaciones de competición sobre la base de modelos Fiat. El éxito de los Abarth en trepadas, pistas y rallys fue tan grande que Fiat le ofreció asociarse en 1952. Y compró toda la compañía en 1971.
Carlo Abarth siguió ligado a la firma, primero como CEO y más tarde como consultor, hasta su muerte en 1979.
En 2007, el Grupo Fiat decidió que la firma del Escorpión tenía tanta estirpe que merecía un lugar en el consorcio automotor italiano, con una estructura independiente. Está separada de la marca Fiat y tiene su propia sede en una parte de la antigua planta de Mirafiori.
Y ahí es donde la Argentina volvió a meter la cola. A comienzos del 2008, y luego de haber firmado el diseño del primer Abarth 500, el argentino Rubén Wainberg fue nombrado Chief Designer de Abarth.
“El escorpión, signo zodiacal del fundador, forma parte del mito y es el emblema de la marca”, explicó Wainberg en una entrevista con Lubri-Press. “Y así como en algunos casos la picadura del escorpión es letal, así lo es la del Abarth, casi como para poner en evidencia que lo importante no es el tamaño, sino lo que se lleva adentro. Abarth es la respuesta de un auto deportivo para todos, sin distinción. Es la revalorización de lo artesanal, de la pasión por los autos, de creer que los sueños se pueden realizar”.
[/recuadro]