Test: BMW X3M y X4M

Son las nuevas SUVs deportivas de BMW para el Segmento D (mediano). Llegarán a la Argentina en 2020. Lubri-Press las manejó en calles, rutas y en el Monticello Motor Club, de Estados Unidos.

Desde Monticello (Estados Unidos) – Este año, manejé para Lubri-Press en rutas y médanos la BMW X3 M40i xDrive, una brutal SUV de lujo, con 360 caballos de potencia. Días después, llegó un llamado de BMW: “Leímos lo que opinaste de la M40i, ¿te gustaría manejar ahora las nuevas X3M y X4M?”.

Como si fuera una carrera contra sí mismos, los ingenieros de BMW están empeñados en ofrecer cada vez más potencia y prestaciones en sus SUVs más vendidas del momento: las X3 y X4, ambas pertenecientes al Segmento D (mediano).

Por supuesto, dije que “sí”.

Los lanzamientos internacionales de autos premium son siempre una buena oportunidad para ver cómo se manejan las marcas a nivel mundial. En el evento realizado en el estado de New York estaban los periodistas más consagrados de las revistas “Auto, Motor und Sport”, “Road&Track” y “Top Gear”. Y también el editor de una revistita argentina, jé.

Sobre la tarima, atajando todo tipo de preguntas cizañeras, la plana mayor de ingenieros de BMW M, la división de autos deportivos de la marca alemana.

En la conferencia de prensa se hizo mucho hincapié en el motor de estos M. Se trata de un nuevo seis cilindros en línea, con 3.0 litros de cilindrada y turbo. En los papeles, parece la misma configuración del M40i, pero BMW asegura que el 90% de las piezas son nuevas.

El cambio más importante: los tres litros de cilindrada se consiguen con pistones de mayor diámetro y menor carrera. “Es un esquema que le confiere mayor robustez al cigüeñal, para adaptarse mejor el aumento de torque”, explicaron. También se redujo el peso del impulsor a un total 175 kilos (15 menos que en el M40i).

Este in-line-six es una verdadera maravilla. En las versiones X3M y X4M entrega 480 caballos de potencia a 6.250 rpm y 600 Nm de torque entre 2.600 y 5.600 rpm. Sin embargo, si lo encargás con el paquete Competition -un opcional que será a pedido en la Argentina- la potencia aumenta a 510 caballos y el torque se mantiene en 600 Nm, pero con un régimen más amplio: entre 2.600 y 5.950 rpm.

Paremos un segundo acá.

¿Tenés real dimensión de estas cifras? Hace menos de una década, el BMW M5 E60 se convirtió en leyenda, con su motor V10 derivado de la Fórmula 1: tenía 507 caballos y 520 Nm. Ahora BMW M ofrece incluso más, en una SUV que nació para ser un tranquilo vehículo familiar.

Cuando los ingenieros llevaban media hora hablando de las características del motor, el argentino de la revistita levantó la mano y formulé una pregunta: “Al invertir tanto tiempo y dinero en el desarrollo de este motor, es inevitable pensar que también lo utilizarán en otros modelos. ¿Cuál es el próximo BMW M que lo equipará?”

Silencio en la sala. El micrófono de la tarima pasó a la mano del Jefe de Ingenieros de BMW M, quien pidió que le tradujeran la pregunta al alemán. Y respondió: “Es cierto. Invertimos mucho tiempo y dinero en este motor. Es posible que lo utilicemos en otros productos de BMW M, pero no hoy no estaremos brindando adelantos sobre futuros lanzamientos”.

Fue una respuesta tan correcta y diplomática que no hizo más que corroborar mis sospechas: estamos ante el motor de los futuros M3 y M4.

Pero para eso todavía falta. Mientras elucubraba teorías conspirativas, me entregaron las llaves de una X3M Competition de color blanco. Tenía tres horas para llegar al punto del almuerzo y una ruta panorámica de 200 kilómetros, por autopistas y caminos secundarios de los estados de New Jersey y New York.

Mi compañero durante el viaje fue José Luis Yzusqui, director de “El Mundo del Automóvil”, la publicación decana de la prensa automotriz de Perú. José Luis es uno de los periodistas de autos más profesionales de América Latina. Siempre es un gusto compartir autos y viajes con él. Lo mejor, sin dudas, son las charlas durante las cenas post-manejo, siempre con buen vino (siempre pagado por otro, claro).

Generoso, José Luis me dejó el volante de la X3M Competition durante la primera etapa del recorrido. Aunque no tardé en comprobar por qué: era el tramo de ciudad, con un poco de rush-hour y bastante de extravíos -a pesar de la ayuda del GPS- hasta encontrar la ruta indicada: un camino de montaña, con muchas subidas, bajadas, poco tráfico, mucho verde y el caudaloso río Delaware, corriendo a nuestro lado.

Siempre respetando las normas de tránsito, el 3.0 turbo comenzó a aclimatarse. Es un motor de personalidades múltiples. En el tránsito pesado es suave, delicado y sólo revela su poderío oculto a través del grave ronquido de los escapes. Es algo que incluso se puede regular, para no molestar a los vecinos, desde un botón en la consola de instrumentos.

Además, como buen BMW M, es un auto de lujo, que también viene equipado hasta la manija: butacas deportivas con cuero cosido a mano, terminaciones en aluminio y fibra de carbono, techo panorámico enorme y un equipo de audio Harman Kardon de la ostia.

El pavimento del recorrido, por lo general, era impecable. Pero, en algunas rutas secundarias, nos cruzamos con tramos bacheados, con parches irregulares de alquitrán. Se parecían demasiado nuestras queridas rutas argentinas y peruanas.

Estas M tienen amortiguadores de dureza variable, pero hay algo que la electrónica no puede evitar: la delgada capa de aire que te separa del asfalto, con los brutales neumáticos de perfil bajo y llantas de 21 pulgadas que traen de serie las Competition. Las no-Competition vienen con 20″, pero igual hay que cuidarlas.

En eso, José Luis me comentó.
– Si en el camino pasamos por una farmacia, ¿podríamos parar un minutito?
-¿Te sentís bien, José Luis?
-Sí, es que tengo que cumplir con un encargo de mi novia.
-¿Te pidió que le lleves algún medicamento a Perú?
-No, unas galletas.
-¿Galletas en una farmacia? ¿Qué clase de galletas son?
-No te rías, pero son unas cookies de Connecticut, que sólo se consiguen en las farmacias de la cadena CVS.
-¿Y son buenas?
-Ella dice que son las mejores cookies del mundo. Son caseras, vienen con chips de chocolate y nueces de macadamia.
-Suena bien. Ahora yo también quiero un paquete.
Atravesamos un pueblito tras otro, a buen ritmo, pero también muy relajados. Hicimos algunas paradas sin éxito, buscando las galletas. Yo también me frustré en algunas casas de antigüedades, que abundan por esa zona. Quería llevarme de recuerdo alguno de los famosos autos de juguete yankis de latón, bien típicos de los años ’50 y ’60. Encontré muchos: autos de Fórmula 1, Jeeps, pick-ups. Pero ninguno bajaba de los 80 dólares (ni se te ocurra multiplicarlo por 45).

Por fin, llegamos a Monticello. Este lugar surgió como un simpático pueblito de bodegas y viñedos. Pero, como se encuentra a tan sólo 150 kilómetros de la isla de Manhattan, se convirtió en un paraje de lujo, donde los millonarios neoyorquinos construyeron sus casas de fin de semana.

La mayor excentricidad de estos Lobos de Wall Street es el Monticello Motor Club: una pista privada, donde todos los fines de semana se llena de Ferrari, McLaren y Porsche de los vecinos más fierreros -y acaudalados- del barrio.

BMW M tiene un acuerdo de patrocinio con esta pista. La marca cedió un M5 Competition, que se usa como Safety Car, y una buena cantidad de M2 y M4, que se utilizan para una escuela de manejo deportivo. A cambio, cada vez que BMW M hace un lanzamiento en la zona, la pista está disposición de la marca.

Para ser un club privado, el circuito es enorme: tiene 5,8 kilómetros de extensión, 100 metros de variación de altura y 18 curvas.

Es la clase de club del que te encantaría ser socio, aunque no es nada barato. La membresía de ingreso cuesta 100 mil dólares y después hay que pagar una cuota anual de 25 mil dólares. ¿Pero a quién le importa, cuando tenés un garage lleno de Lamborghini y Bugatti y te ofrecen un lugar -a sólo dos horas de tu Penthouse con vista al Central Park- donde tenés la posibilidad de acelerarlos a fondo?

Apenas llegamos, se largó un diluvio universal. La tormenta afectaba a buena parte de la Costa Este de Estados Unidos. Esto ocurrió el día en que -según las pericias, a causa de la baja visibilidad y los vientos cruzados- un helicóptero se estrelló contra un edificio de New York.

Ajeno a eso, yo estaba ahí, con mis First World Problems: ¿cancelarían el test drive en Monticello, por la lluvia torrencial?

Por suerte, en ese tramo del evento, la organización estaba en manos de los instructores alemanes de BMW M Driving Experience, la escuela de manejo avanzado, creada para los propietarios de los modelos más deportivos de la marca.

“¿Cancelar? ¡De ninguna manera! A lo sumo iremos un poco más despacio, pero ustedes no se irán de acá sin manejar en la pista”, me tranquilizó un instructor alemán, que hablaba en inglés igual que yo: mal.

En la pista giramos sólo con las X4M Competition. Tienen la misma mecánica de las X3M Competition, pero con la carrocería más deportiva que ya es conocida. Tiene un diseño mucho más agresivo que la X3 y dos defectos: un baúl un poco más chico y la visibilidad hacia atrás, casi nula.
Salíamos a la pista en tándem. Un instructor me marcaba el camino con su X4M  y yo lo seguía con la “mía”: “Siempre lo más cerca posible, no lo olvides”, me ordenaba por el handy. Me pareció una medida riesgosa, teniendo en cuenta las condiciones de la pista, pero no tardé en descubrir por qué me pedía eso.
El demonio alemán manejaba a fondo, incluso con el circuito un poco anegado. Me pedía que lo siguiera de cerca porque, si me despegaba de él, se perdía la señal del radio, por el que me pasaba algunas instrucciones y comentarios sobre mi técnica de manejo.
Arrancamos con unas vueltas de reconocimiento a ritmo intermedio y con el modo de conducción M1: mejora la respuesta del acelerador, aumenta el régimen del cambio de marcha, endurece la suspensión y activa el ESP en modo Sport, para permitir un leve deslizamiento de las ruedas.
Después de las vueltas de calentamiento, me pidió pasar al modo M2: suspensión en modo “piedra”, la caja automática ZF de ocho cambios prácticamente en función manual y ESP desconectado. Ahí el tipo aceleró más todavía y me ordenó por el handy: “¡No te separes de mí!”.
El circuito de Monticello tiene un par de curvas ciegas y sólo las podía hacer a fondo confiando a ciegas -justamente- en mi instructor, bien pegado a sus luces traseras. El nivel de adherencia de las Michelin Pilot Sport es una locura. Y la capacidad de tracción de estas X4M también. No nos dejaron medir tiempos de vuelta. De hecho, no tuve mucho tiempo para distraerme con el instrumental. Sólo en la recta -cuando me relajaba un poco, antes de encarar otra vez la primera curva- llegaba a ver el velocímetro: 160.
¿Ciento sesenta, nada más? Yo estaba transpirando más que el motor del limpiaparabrisas -que apenas daba abasto para barrer el spray que me lanzaba el instructor en la cara- y el velocímetro parecía mostrarme un valor rídiculo, para lo que estaba sintiendo en mi cuerpo.
“¿Ciento sesenta?”, pensé otra vez. Recién al entrar por tercera vez en la recta, alcancé a leer la escala del velocímetro: “MPH”. Eran millas por hora. Al final de la recta de Monticello, esta X4M Competition superaba los 250 km/h. Y todavía tenía resto. En las versiones M, la máxima está limitada a 250 km/h. Pero, con el paquete Competition, el limitador actúa recién a 285 km/h.
La aceleración también es brutal. Pasa de 0 a 100 km/h en 4.1 segundos, pero con el paquete Competition clava el reloj en “cuatro”. Lo más increíble es la elasticidad de este motor. Entre 3.000 y 6.500 rpm tenés un verdadero huracán de potencia y torque.
Tuve que recordarlo una vez más. Estaba manejando una SUV con el mismo rendimiento que el legendario M5 V10.
La diferencia estaba en el sistema de doble tracción. En estas X4M, la transmisión funciona con tracción trasera en condiciones normales. Pero, cuando se acelera a fondo o se detecta una superficie deslizante, se activa el modo integral, hasta lograr un reparto de 50/50. En la pista bañada de Monticello se notaba a la perfección. El nivel de adherencia era altísimo y el comportamiento en curva era siempre neutral. Sólo a la salida de la chicana más lenta, que se hacía en segunda, mostraba una leve tendencia a irse de trompa. Pero alcanzaba con levantar un poco el pie del acelerador y volver a hundirlo a fondo, para que se acomodara y saliera disparada hacia la siguiente curva.
Después de unas cuántas vueltas a ritmo de carrera, el instructor me indicó hacer un giro más despacio -para enfriar los frenos- y entramos a bóxes. Me felicitó de manera entusiasta (creo que a todos les decía lo mismo).
Almuerzo ligero, ronda de entrevistas y otra vez a la pista. Esta vez salimos a girar sólo dos periodistas. El resto prefirió seguir de sobremesa.
“Ahora sí que vamos a manejar rápido”, me advirtió el instructor. Salimos de entrada ya con el modo M2 activado y empecé a seguirlo lo más cerca posible. El tipo empezó a hacer drifting en las curvas más amplias y yo también empecé a sentir cómo una fina capa de agua y aire comenzaba a colarse entre mis ruedas y el pavimento. Fue glorioso.
Nunca en mi vida hubiera imaginado que una SUV podía viajar a ese ritmo. Y, menos aún, que un tipo como yo pudiera dominarla.

En el camino de regreso, con José Luis nos propusimos encontrar las benditas galletas. Ahora yo también estaba encaprichado con probarlas. Por fin, las encontramos en la farmacia CVS de Morristown. Nos compramos un paquete extra, para probarlas en el camino (perdón por las miguitas que quedaron en la alfombra, amigos de BMW).

¿Son ricas? Las galletas Sausalito -con chocolate y macadamia, que Pepperridge Farm produce en Norwalk, Connecticut- son deliciosas.

Ahora, ¿son más ricas que otras cookies que se puedan encontrar en otros supermercados o panaderías? Es discutible. Sin embargo, me devoré el medio paquete que me correspondía, mientras viajábamos rumbo al hotel. Era, más bien, el gusto por estar paladeando algo raro, exótico, que resultó difícil de encontrar y que se convirtió en una anécdota divertida, cuando finalmente les hincamos los dientes.

No puedo encontrar una metáfora mejor para definir a estas X3M y X4M. ¿Son mejores, en el día a día, que la ya excelente X3 M40i xDrive, con la que viajé en febrero hasta el Faro Querandí?

Sí, siempre y cuando nos encontremos con las condiciones ideales de una pista, con el grado de humedad justa, para que luzca en todo su esplendor el nuevo in-line-six de BMW M, combinado con la doble tracción y el notable chasis preparado por los ingenieros alemanes.

El resto del tiempo, su existencia se justifica por el simple capricho de tener algo raro, exótico y curioso. Como unas ricas galletas, que sólo se consiguen en ciertas farmacias yankis.

Carlos Cristófalo