El anti-Ka

Test: Ford Ka 1.5 SEL En su tercera generación, el más chico de Ford ya no es un citycar. Resignó originalidad a cambio de más espacio y seguridad. Un mini-Fiesta, a precio más accesible. En su tercera generación, el más chico de Ford ya no es un citycar. Resignó originalidad a cambio de más espacio y seguridad. Un mini-Fiesta, a precio más accesible. Cuando llegó a la Argentina, a mediados de los años ’90, el primer Ka fue una pequeña revolución. Un autito de diseño rupturista, simpático, con detalles innovadores y a precio accesible. Aquél Ka dejó su huella en todo el mundo, pero en ninguna región Ford exprimió tanto la fórmula como en el Mercosur. Mientras que en Europa la segunda generación del Ka fue (aún es) un citycar derivado del Fiat Cinquecento, en Brasil se desarrolló una evolución del primer Ka. La idea fue ofrecer un poco más de espacio interior, pero sin alterar su esencia. Ford es una marca que se caracteriza por escuchar a las propuestas de los ingenieros del Mercosur, en especial de los brasileños. Hay motivos: fueron ellos quienes crearon a la exitosísima EcoSport. Por eso -y por lo que supieron hacer con el viejo Ka, con escasos recursos-, la marca del Óvalo les encargó el desarrollo de esta tercera generación, que vuelve a ser global. En Brasil se produce desde hace más de un año. Y en Europa se lanzará en el transcurso de 2017. Pero antes llegó a la Argentina, procedente de la fábrica de Camaçari. El nuevo Ka se lanzó a la venta el mes pasado. Y Lubri-Press ya lo manejó durante siete días. La crítica completa se reproduce a continuación. POR FUERA Primero, lo obvio: es el primer Ka con cinco puertas de la historia. Todos los anteriores tuvieron tres. En Brasil incluso hay una nueva versión sedán (llamada Ka+), que todavía no tiene fecha de llegada a la Argentina. Olvidate de la estética vanguardista del primer Ka. Ni siquiera conserva algunos rasgos del diseño original, como ocurrió con la segunda generación brasileña. Este Ka III es un diseño más conservador y anónimo. Al tratarse de un modelo global, que se venderá en América Latina, Europa y Asia, transmite la sensación de que los diseñadores buscaron un consenso, como para agradar a todos. El resultado de ese consenso es previsible: no es chocante, pero tampoco emociona a nadie. Por supuesto, tiene rasgos de los Ford más modernos: parrilla hexagonal, faros estilizados y ópticas traseras curvadas. Pero, sin esos detalles, sería difícil de identificarlo como un Ford. Menos aún como un rupturista Ka. Con respecto al original, creció claramente en dimensiones. Ya no es un citycar del Segmento A, sino que ahora es un auto chico del Segmento B. De hecho, está construido sobre la misma plataforma y componentes estructurales de los Fiesta KD y EcoSport. Es diez centímetros más corto que un Fiesta KD, pero con la misma distancia entre ejes. Por eso, las ruedas están ubicadas bien en los extremos y ofrece un buen espacio interior. ¿Y por qué Ford decidió tener dos autos en el Segmento B? Porque diseñar sobre el papel un auto lindo no es más caro que hacer uno feo. Pero sí es más costoso fabricarlo. Las ópticas arriesgadas, los vidrios con curvaturas llamativas, los paneles de carrocería con nervaduras y todos esos pliegues que agradan al ojo en el Fiesta KD, no están presentes en el Ka. Como resultado de eso, el Ka es un auto más barato de producir que el Fiesta. Y es algo que, hablando de diseño, se nota a simple vista. La unidad probada fue la tope de gama: SEL. Viene con llantas de aleación de 15 pulgadas. Las variantes S y SE traen llantas de acero de 14 pulgadas, con tazas. El SEL viene con faros antiniebla. Vas a ver que los S y SE también tienen dos faritos redondos bajo el paragolpes delantero. Pero no son antinieblas: son luces diurnas, que se encienden al poner en marcha el motor (como en el Hyundai Grand i10 y el nuevo Chery QQ). El SEL también tiene estas luces diurnas, pero en el conjunto óptico superior. POR DENTRO En la plancha de instrumentos es donde el Ka recuerda más al Fiesta KD. Es enorme la cantidad de comandos, perillas y pantallas que tienen en común. Hasta comparten los olvidos, como la ausencia de indicador de temperatura del motor (corregido dos años después del lanzamiento del Fiesta KD). Pero también las virtudes: la calidad de terminación en este Ka está por encima de la media de los autos más populares del Segmento B. No hay lujos ni materiales sofisticados, pero tampoco ruidos, asperezas ni chapucerías. Junto con el VW Up!, el Ka está entre lo mejorcito de esta franja de precios. La posición de manejo es un poquito más elevada que en el Fiesta. El volante se ajusta en altura y, en la versión SEL, también se levanta la butaca del conductor. Sobre la consola central está la clásica pantalla multimedia del Fiesta KD y la EcoSport, con la botonera dispuesta en forma de logo de Transformer. La versión SEL viene con la variante más básica del sistema Sync de Ford, que incluye comandos por voz y equipo de audio con Bluetooth. Bajo las perillas del aire acondicionado están los puertos Aux, USB y un toma de 12 voltios. En el asiento trasero, el Ka sorprende por el espacio. No llega al nivel de la EcoSport, pero es un poco más de lo que ofrece el Fiesta. Hay un poquito más de lugar para las rodillas y también para la cabeza. El espacio alcanza para dos adultos. O tres niños. El baúl tiene una capacidad de 257 litros. Hay otros autos de este segmento que ofrecen bastante más. Y eso que, para ahorrar espacio, se recurrió a una engorrosa rueda de auxilio de uso temporario. Para ganar espacio de carga, el respaldo trasero se puede rebatir, pero no está dividido