LUBRI-PRESS

Los once más confortables

Test: Kia Carnival Premium Tiene lugar para once pasajeros (hay otras rivales con el mismo espacio). Es una minivan de lujo (hay otras rivales con buen equipamiento). Pero es la única en Argentina con esta combinación de habitabilidad y confort.   El nombre Carnival (“Carnaval”) debería sonarnos un poco ridículo si no fuera porque, al menos en la Argentina, ya es toda una respetable institución. Desde hace una década, ese nombre es sinónimo de vehículo para familias muy (pero muy) numerosas. Hasta 2011, Kia comercializó en nuestro mercado a las dos primeras generaciones de su minivan para el segmento mediano (en el Segmento C compacto tuvo a la Rondo, que tendrá su próxima generación en la Argentina el año que viene). Y, después de un extenso impasse, acaba de llegar la nueva Carnival a nuestro país. La evolución es tan grande que, en otros mercados, cambió de nombre: se llama Grand Carnival o Sedona. Acá se lanzó a la venta en febrero, con una configuración local que no existe en todos los países: cuatro filas de asientos y once plazas. Lubri-Press la manejó durante una semana y la crítica completa se reproduce a continuación. POR FUERA Más de cinco metros de largo y dos de ancho. En números fríos, la nueva Carnival es un pequeño bondi. Pero su diseño no podría estar más alejado de un colectivo. Es una minivan elegante, bien plantada, ancha y con muchos cromados. Se fabrica en Corea del Sur, pero parece nacida en Kansas. Su estética no podría ser más norteamericana, con esa gran parrilla frontal, los generosos neumáticos Nexen 235/60, las llamativas llantas de 18 pulgadas y ese aspecto macizo, de mole de acero, diseñada para circular siempre a 65 millas por hora, en una highway bien holgada. La versión probada tenía el nivel de equipamiento Premium (56.990 dólares). En la Argentina se ofrece una versión más económica Full (51.990 dólares). La tope de gama se distingue por fuera apenas por un detalle: el reborde cromado en la parte superior de los vidrios laterales. El resto de los cambios van por dentro. Antes de avanzar, vamos a presentar a sus rivales en términos de segmento, prestaciones y precios: Chrysler Town&Country (siete plazas, motor naftero 283 cv, 82.300 dólares), Mercedes-Benz Vito Tourer (ocho plazas, motor naftero de 184 cv, 53.500 dólares) y Hyundai H1 (12 plazas, diesel de 170 cv, 54.900 dólares). En materia de dimensiones, la Carnival es la más corta (el récord son los 5,21 metros de la Chrysler). Es la segunda más ancha (otra vez se destaca la Chrysler, con 1,99 metros) y tiene la menor distancia entre ejes (aunque los 3.060 mm no son nada despreciables). Entre estos competidores hay que hacer una separación. Mientras las H1 y Vito están derivadas de vehículos de carga, las Chrysler y Kia nacieron como vehículos para pasajeros. Es una diferencia importante, que se nota en el comportamiento dinámico, detallado más adelante. POR DENTRO Teneme paciencia en esta sección. Estamos hablando de un habitáculo con cuatro filas de asientos, donde cabe un equipo de fútbol completo. Empecemos por las puertas: en esta versión Premium, los portones deslizantes laterales y la tapa del baúl son de apertura eléctrica. Se abren de tres maneras: a distancia desde el llavero, accionando los picaportes o desde los botones ubicados bien a mano del conductor. No todos los asientos son iguales. Como en un avión de línea, acá hay pasajeros de diferentes clases. El conductor y su acompañante viajan Primera. Las dos butacas principales son comodísimas. Y la del conductor, en esta versión Premium, tiene ajustes eléctricos. Entre los dos grandes butacones hay un enorme guardacosas compartimentado. El acompañante, además, cuenta con dos guanteras. La Carnival trae 16 posavasos en total, pero en las plazas delanteras hay lugar para cuatro botellas y bocadillos varios. Homero estaría feliz. Después hay cuatro plazas de Business. Son las que corresponden a los pasajeros ubicados en los laterales de la segunda y tercera fila de asientos. Estas butacas tienen apoyabrazos, se reclinan y se desplazan de manera longitudinal, para variar el espacio disponible para las piernas. Pero no son tan cómodas como las de Primera. Por último, en Turista viajan los tres ocupantes de la cuarta fila de asientos y los dos pasajeros centrales de las filas segunda y tercera. Los del fondo tienen menos espacio para las piernas: esa fila está pensada sólo para niños. Y las cabezas quedan tan pegadas a la luneta trasera, que en el piso del baúl hay una advertencia para evitar golpes al cerrar el portón. Las dos butacas centrales de la segunda y tercera fila se pliegan como los viejos transportines, para habilitar un camino de paso hacia el fondo. También se pueden reclinar los respaldos, para convertirlos en mesitas con más apoyavasos. Los ocupantes traseros cuentan con su propia climatización (los comandos están sobre el techo, justo encima del pasajero de la segunda fila, a la derecha) y tienen tres salidas de aire ajustables sobre el techo. La ventilación es muy buena y eso es importante: en la parte trasera sólo se pueden abrir dos ventanillas (de generoso tamaño). El resto de los vidrios son fijos. La luminosidad es muy buena, como en todos los monovolúmenes, pero podría ser mejor: en otros mercados se ofrece como opcional un espectacular techo panorámico (aunque no debe ser nada barato). El equipo de audio está pensado para un vehículo de estas dimensiones: la pantalla táctil es pequeñísima, pero ofrece una función para activar con facilidad los parlantes que deben sonar más fuerte. Es posible que la cuarta fila viaje atronando con AC/DC, mientras que los que viajan en Primera tararean un murmullo descuidado. El conductor, ya lo dije, viaja comodísimo. El puesto de manejo es un catálogo de materiales y tonalidades de muy buen gusto. No me equivoco si digo que es el Kia de mejor calidad que se haya vendido hasta ahora en la Argentina. Aunque sin estridencias ni sofisticaciones. Como el diseño exterior, es un auto